La elección de ejercer la fisioterapia implica a menudo la elección entre el ejercicio autónomo o por cuenta ajena. En la profesión de fisioterapeuta existe una gran variedad de formas de ejercer y posibles recorridos, pero también una tendencia coherente a nivel global en la profesión. Los diferentes entornos de práctica no son antagónicos y permiten al fisioterapeuta pasar de un entorno a otro, o incluso ejercer en ambos al mismo tiempo (práctica privada a tiempo parcial y práctica por cuenta ajena a tiempo parcial).
Los fisioterapeutas encarnan los valores de la libertad ligados a su profesión incluyendo la capacidad de orientar su práctica. La idea de que «todo es posible» es compartida por todos los profesionales y es uno de los principales atractivos de la profesión. Este principio garantiza que nunca se relegue a nadie en un puesto de trabajo o en un entorno de prácticas que no sea el adecuado.
Asimismo, el sentimiento de autonomía se refuerza en el ejercicio de la profesión, donde generalmente corresponde al profesional determinar el protocolo de tratamiento (con la excepción de algunos centros o en los servicios de rehabilitación hospitalaria más avanzados), y elegir los abordajes más adecuados para cada paciente, de acuerdo con la valoración diagnóstica de fisioterapia que haya establecido.
Sin embargo, la práctica privada y el empleo por cuenta ajena se describen muy a menudo como una dicotomía: un trabajo aislado en la práctica privada frente a un trabajo en equipo por cuenta ajena; la autonomía para ejercer la práctica y organizarse en el ámbito privado frente a sumisión de los asalariados a la organización decidida por la empresa; la relación privilegiada con el paciente en la práctica privada frente a circulación entre departamentos en el caso de los asalariados…
A primera vista, el fisioterapeuta autónomo parece ganar más que el fisioterapeuta asalariado, pero con la condición de que pueda proporcionar un volumen de trabajo mucho mayor: la realidad es que los ingresos por hora de los fisioterapeutas privados se ven muy afectados por las tareas administrativas no remuneradas (gestión de llamadas y citas, gestión de correos, facturación, cobro de deudas, gestión de compras, declaraciones de impuestos y seguridad social, contabilidad, controles, etc.).
Por otra parte, la comparación entre los ingresos de un fisioterapeuta autónomo y los de un fisioterapeuta asalariado no es fácil de hacer, ya que intervienen muchos parámetros difíciles de cuantificar, como el desplazamiento del riesgo y las responsabilidades al empresario, mientras que el autónomo está en primera línea en caso de dificultades. El fisioterapeuta asalariado se beneficia del sistema de protección social del régimen general de la Seguridad Social y de las numerosas ventajas que se le ofrecen, mientras que el fisioterapeuta por cuenta propia se ve obligado a recurrir a un seguro privado, que suele ser costoso y restrictivo. En caso de parón total o parcial, como hemos visto recientemente con la crisis de la COVID-19, los asalariados ven cómo sus ingresos se mantienen estables mientras que los de las profesiones liberales se ven muy afectadas.
Para permitir una elección informada del marco de ejercicio, FisioFrance ha establecido una comparación detallada de la condición de asalariado frente al autónomo.
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